Deja salir tu alma a través de la expresión corporal

la terapia de la danza

Para muchos, el baile es una pasión, una profesión, incluso una forma de vida. No es sorprendente que la danza tenga muchos beneficios para la salud; puede reducir el estrés, mejorar la flexibilidad, mejorar la coordinación y, sí, incluso hacernos más inteligentes. Lo que muchas personas no saben es que existe una forma de psicoterapia que usa el movimiento y el componente central de la danza para sanar e integrar la mente, el cuerpo y el alma.

La danza es una forma de arte que generalmente consiste en secuencias de movimiento estilizadas o coreografiadas. Se trata de la expresión, la estética y, a menudo, la habilidad. Sin embargo, la terapia de la danza es ante todo una forma de psicoterapia, facilitada por un clínico de nivel de maestría que utiliza el movimiento y la danza para ayudar con los desafíos emocionales y de comportamiento. En la terapia de la danza, el “baile” proviene del individuo, no del terapeuta, como una expresión orgánica de él mismo. Una de las responsabilidades del terapeuta es apoyar y validar la existencia de ese individuo a través de la danza.

La expresión corporal como medio para sanar el espíritu

No es necesario ser bailarín ni tener ninguna habilidad de baile para participar o beneficiarse de la terapia de danza y su expresión corporal. La terapia de la danza utiliza el lenguaje corporal y la comunicación no verbal, una cualidad innata e inherente a cada ser vivo, para acompañar y apoyar la transformación de las personas y facilitar el cambio y el crecimiento.

La terapia de la danza puede beneficiar a personas de todas las edades, perfiles y situaciones de vida, ya que apoya al individuo a nivel corporal, emocional y mental. La terapia de la danza tiene una amplia gama de beneficios para la salud, para mejorar la imagen corporal, la autoestima, las habilidades de comunicación y la autoconciencia.

La terapia de la danza ha demostrado que reduce el estrés, los temores y las ansiedades, y también disminuye los sentimientos de aislamiento, tensión corporal, dolor crónico y depresión. Además, puede mejorar el funcionamiento de los sistemas circulatorio y respiratorio del cuerpo. Se ha utilizado con personas que padecen Alzheimer, autismo, dolor crónico, depresión, demencia, enfermedad mental, trastornos del estado de ánimo y ansiedad, trastornos de la conducta, del movimiento o de la percepción sensorial, traumas e incluso para la prevención de la violencia de género y el acoso escolar.

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